Un estadio que silba estruendosamente a un jugador que no lo merece.
Cuestionado por la mayoría, incuestionable para otros menos (me incluyo).
Lo concreto, lo real, lo tangible, miles de tipos que chiflan con todo.
Y se escucha. Mentira que no.
De pronto, el tipo sale del banco, enfrenta a esa tribuna que se rompe las manos y agita gargantas de tanta ovación, se planta y les dice basta.
Con el cuerpo lo grita.
Con el mismo instrumento de hazañas imborrables, los para en seco.
Agita las manos, pide silencio, reta a los atrevidos.
Y la gente enmudece, acata sin pensar.
Los panqueques de siempre cambian el paso y alientan al silbado.
Lo concreto, lo real, lo tangible: hay DT.
Y esa es la base de la hazaña.
nos mudamos
Hace 2 años